Cuando “dar” se traduce en “recibir”. Conseguir nuestro objetivo a través del outplacement

Itziar Nieto
Itziar Nieto
Socia Directora
23 de enero, 2019

Cuando 8 de cada 10 personas, que pasan por un programa de transición o desarrollo de carreras con nosotros, encuentran su proyecto profesional gracias a sus contactos, la importancia del networking va un paso más allá.
Siempre hemos hablado acerca de la importancia de la generosidad a la hora de tener una red de contactos sólida; de cómo aquellas personas con una red de contactos donde se comparten cosas y las personas se ayudan mutuamente, lo terminan teniendo más fácil en la vida –en lo profesional y en lo personal–; pero, en esta ocasión, queremos compartir un claro ejemplo de cómo pensar en los demás puede cambiarnos la vida.
Muchas veces hemos oído el típico “dar para recibir”, pero la verdadera trascendencia está en dar sin esperar recibir algo a cambio, en pensar en los demás y ayudarles sin esperar una recompensa, porque todo ello es una recompensa en sí misma y te ayuda a convertirte en la mejor versión de ti mismo.
A lo largo de nuestra trayectoria, hemos colaborado con diferentes ONG y fundaciones para ayudar a diferentes colectivos a encontrar trabajo; hemos trabajado con personas con discapacidad, con mujeres víctimas de violencia de género, personas sin hogar… pero lo que nos llevamos –más allá de todo el bien que les hayamos podido hacer, desde nuestra pequeña aportación– es reconocer que todos, en algún momento, hemos tenido que superar duelos, miedos e inseguridades, pero si, como estas personas en situaciones mucho más complejas que las nuestras, encontramos la motivación suficiente, conseguiremos superar nuestros propios límites.
La última persona con la que trabajé uno de estos programas de outplacement se ha convertido en un ejemplo, ejemplo de muchas cosas, pero, sobre todo, ejemplo de superación, de sus propios prejuicios y de los prejuicios de los demás.
Esta persona llegó a nuestras vidas a través de una Fundación. Era el primer contacto que yo tenía con una persona sin hogar y me sorprendió desde el primer momento; es una persona con muchas habilidades y competencias, rápido en sus respuestas y con gran sentido del humor. No conozco los detalles, pero se que su vida no ha sido fácil.
Comenzamos a trabajar su programa de outplacement. Siguiendo nuestra metodología, empezamos parándonos a pensar, a analizar capacidades y motivaciones, hasta llegar a definir un proyecto profesional que encajara con su experiencia, valores y motores. Motivaciones tiene muchas: le gusta dibujar (y lo hace muy bien), le gusta la fotografía (y he visto fotos maravillosas realizadas con su móvil en sus paseos por Madrid), le gusta escribir (y he leído, al menos,cinco de sus cuentos), le gusta ayudar a los demás (estuvo ayudando a gestionar las redes sociales de la Fundación) y le gusta viajar.
Para trabajar sus capacidades, empezamos a trabajar sus logros, ejemplos concretos que demuestren lo que somos capaces de hacer sin que nosotros lo verbalicemos. Si esto lo traducimos a competencias, podemos hablar de orientación a resultados –entre otras cosas, consiguió un espacio en un programa de radio–, impacto e influencia –consiguió que varios grupos de música ofrecieran conciertos para recaudar fondos para la Fundación–, iniciativa, resolución de problemas y capacidad conceptual, entre otros…
A partir de ahí trabajamos su CV, su mensaje de presentación, preparamos las entrevistas, empezamos a trabajar su red de contactos…y ya solo quedaba empezar a practicar, a contar su mensaje a las personas de su entorno, enviar el CV, participar en procesos de selección, pero esto fue lo que más nos costó; siempre había algún motivo que hacía que impedía que echara a andar…
Creo que el punto de inflexión se produjo en una sesión de trabajo con una de nuestras consultoras. Todos los consultores de nuestros programas son Coach Certificados y, aunque sabemos que el objetivo del programa no es hacer coaching, en ocasiones una sesión ayuda a romper barreras y nos permite avanzar. Creo que esa sesión le ayudó a que encontrara su verdadera motivación para encontrar un trabajo, encontrara un propósito. A partir de ese momento fue imparable, empezó a adquirir compromisos y a cumplirlos.
Se propuso visitar a diez empresas de servicios y de trabajo temporal a la semana para entregar en persona su CV y, en la quinta de estas visitas, la persona que le atendió le permitió contar su mensaje de presentación; al día siguiente estaba haciendo una entrevista para un proceso de selección, un día más tarde le comunicaron que había sido uno de los candidatos seleccionados y una semana más tarde ¡empezó a trabajar!
Trabajar con él me ha enseñado muchas cosas: trabajo, esfuerzo, valor y, la que más valoro de todas ellas, que si tienes un motivo, un propósito y te preparas y trabajas para conseguirlo eres imbatible.
Hoy forma parte de mi vida; muchas veces pienso en él y en su ejemplo y eso me recuerda lo importante que es entender el porqué de las cosas. Cuando encuentras la verdadera motivación, encuentras la fuerza para luchar por aquello que quieres conseguir. Para mí, algo que empezó como un “dar” ha acabado por ser un “gran recibir”.

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